viernes, 11 de noviembre de 2011

Si enciendo la puerta no me cierres la luz.

Porque hay días que es  mejor no levantarse de la cama, mejor no despertar, mejor no enfrentarse a la realidad...ya que esta se ceba contigo de una manera inesperada y agobiante, no te deja respirar, no te suelta, te oprime, te deprime y te hace ver las cosas de un modo tan negativo que no hay dios que te haga levantar cabeza. Tu vida se desmorona, tus amigos te abandonan, tu monotonía se hace aburrida y esa persona que pensabas que siempre estaría ahí para ti ya no está. Ha pasado a mejor vida, y con esto no quiere decir ni mucho menos que haya muerto, que va, quiere decir que ha pasado a otro nivel al que tú no alcanzas ni alcanzarás jamás, porque se ha entregado a otra persona. Ya no se desvive por ti, ya no te llama, ya no va a tu casa sin previo aviso. Le eres indiferente puesto que su mente tiene mejores cosas en las que pensar que en ti y en tus problemas o en las posibles soluciones para ayudarte. Envidio a la bella durmiente, ella no tenía este tipo de problemas...sólo se dedicaba a dormir y a esperar que su príncipe y su ''vivieron felices y comieron perdices'' le llegaran. Sólo sé que daría mi vida por volver al pasado, para arreglar mis errores y para sentir de nuevo esa felicidad que antes me sobraba y que ahora me falta. Pero no puedo, lo único que puedo hacer ahora es lamentarme, aguantar y como hizo en parte la bella durmiente, esperar a que todo sea perfecto.